LA HISTORIA DE BUNKER BEAN
“¡Bunker Bean!” Habló el místico con autoridad, “Tú eres la reencarnación de Napoleón Bonaparte, conquistador del mundo.” Bunker Bean se levantó sorprendido. ¿Cómo podría un bueno para nada, un perdedor, una insignificancia ser semejante líder? Harry León Wilson, quien en 1912 escribió la novela Bunker Bean, dice que todo comenzó cuando Bunker Bean quedó huérfano siendo un pequeño niño. Abandonado y pobre, siempre vistió harapos que le colgaban sobre su cuerpo, convirtiéndose en víctima de burlas y vituperios de parte de niños crueles y despiadados. El temor lo acompañaba constantemente desde que se despertaba en la mañana hasta que se dormía. Tenía miedo de todo: los elevadores, los perros, los niños, los adultos, los policías, las cosas, las situaciones, el futuro, la vida … y hasta de sí mismo.
Un repentino día, un hombre místico se mudó a un cuarto contiguo al de Bunker Bean en una casa de alquiler, barata e infestada de ratas. Durante las siguientes semanas, una amistad creció entre ellos. La obsesión del místico acerca de un libro sobre la reencarnación capturó la imaginación de Bunker. Aprendió que su nuevo amigo creía que todas las personas tienen una vida previa como otra persona antes de nacer en su vida actual.
Mientras más pensaba sobre esta nueva idea, Bunker Bean se convencía más de ella. Una noche después de la cena el místico proclamó que él y solamente él podía ver hacia el pasado y podría decir quien había sido Bunker Bean en sus vidas pasadas. Bunker le entregó al místico la pequeña porción de dinero que con esfuerzo había reunido por aquella declaración. Bunker siguió al místico hacia su cuarto y después de unos minutos de encantamientos y giros en trance, su amigo proclamó en voz alta…”¡Bunker Bean, tú eres la reencarnación de Napoleón Bonaparte, el conquistador del mundo!”
Tímidamente Bunker Bean preguntó, “¿Cómo podría ser yo el temido y valiente Napoleón, si aún le temo a mi propia sombra?”
El místico le explicó que la vida va en ciclos. “Algunas veces tu naces durante la parte alta del ciclo y algunas veces durante la parte baja. Napoleón vivió en la parte alta mostrando las cualidades de coraje, iniciativa, fortaleza, determinación y poder.” Bunker Bean entonces supo que su vida presente era el resultado de haber nacido durante la parte baja del ciclo.
Deprimido, se volvió para salir; pero el místico le gritó en voz muy alta, “¡Bunker, la parte baja del ciclo está casi completa!” Ahora estás volviendo a entrar en la parte alta, la misma parte donde estabas cuando eras Napoleón!” El místico le afirmó a Bunker que dentro de pocos días sentiría un cambio y sabría que la predicción era cierta. “Aún mientras conversamos, tú estás en vías de transformarte en una persona de coraje, determinada, fuerte, segura de sí misma, valiente y exitosa,” le susurró el místico.
El solo pensamiento de que una vez fue Napoleón le motivó a caminar más recto. Al final del día podía incluso detectar señales del cambio prometido. Ahora que lo pensaba, había cierta majestad en su presencia; comenzó a tomar cierta apariencia de soldado. Cuando pensó en su “verdadera” identidad, Napoleón, vibraba con un extraño nuevo poder y determinación.
Bunker Bean pasó cada momento libre leyendo libros acerca de Napoleón. Colgó una gran foto del general en su pequeño y sucio cuarto del ático en donde podía deleitarse meditando en su personalidad anterior. Trataba de pararse, pensar y actuar como Napoleón. La imagen nunca se separaba de su mente. Aún cuando le venían pensamientos de temor, sencillamente se decía, “¿Cómo pensaría Napoleón y cómo actuaría?” y su temor desaparecía.
Descubrió que Napoleón era un maestro de la estrategia, ganando sus batallas desde su tienda de campaña. Bunker decidió que él también, planearía, organizaría y analizaría sus problemas antes de enfrentarlos. Pensó en todos los temores, obstáculos, retos, y peligros que podría enfrentar durante el día y determinó la forma en que Napoleón reaccionaría. Como Napoleón él se aseguró que nada quedara al azar.
La gran foto a colores de Napoleón era un constante recordatorio para Bunker, del gran poder y fuerza escondidos en su pecho. El se visualizó a sí mismo liderando y dirigiendo grandes armadas. Vívidamente imaginaba el olor de la pólvora, el humo y la sangre.
Algo extraño comenzó a ocurrirle a Bunker Bean. Comenzó a actuar como Napoleón. Se olvidó de su timidez, sus temores, su existencia miserable. Encaró cada reto con la interrogante, “¿Cómo manejaría Napoleón esto”? Comenzó a aplicar los mismos principios que hicieron grande a Napoleón. Sus compañeros de trabajo y su empleador se sorprendieron al ver el cambio en su personalidad. Su jefe le dio una posición de mayor responsabilidad. Bunker Bean comenzó a sentirse y a ser exitoso.
El cambio no fue solo en Bunker Bean, con asombro veía la forma en que las otras personas reaccionaban ante él. Ellos querían estar cerca de él y hasta seguirlo como si fuera un líder. Al ver cambios en estas personas sintió que era probable que conocieran su verdadera identidad.
Pasaron los años y Bunker Bean continuó su ascenso en la vida y en su fortuna. Pero un día, mientras ponderaba acerca de su grandeza como Napoleón, pensó, “¿Quién era yo antes de ser Napoleón?” Buscó a su viejo amigo y le hizo la pregunta.
El místico le respondió, “¡Eso te costará mucho!”.
“El dinero no es problema ahora; simplemente dímelo.”
La respuesta que recibió no lo decepcionó. Antes de Napoleón, él era el más grande gobernante que el mundo había conocido. El fue Ramsés, el poderoso Faraón Egipcio. Bunker descubrió que tal como Ramsés, él era alto y guapo y vestía con meticulosidad. Bunker contrató un sastre profesional para que lo vistiera de tal manera que resaltara sus características físicas. Sus nuevos trajes le hacían sentirse como un rey, así que comenzó a actuar como un rey. Se irguió, sacó su pecho, redujo su cintura y se mantenía recto. Trabajó para desarrollar la disciplina física y mental de Ramsés. El había descubierto que para traer al presente las grandes cualidades del pasado se debe tener una imagen mental vívida junto con un comportamiento acorde. El fue un rey y por lo tanto, debía actuar como los reyes actúan. Dinero, por ejemplo, no era un problema, porque los reyes siempre tienen riquezas en abundancia. Bunker sabía que cuando necesitaba el dinero…allí estaba. Se estaba convirtiendo en un hombre rico.
Bunker Bean fue invitado a dirigir grandes organizaciones. Era un líder porque pensaba como un líder y actuaba como un líder. Nunca jamás tendría temor de la vida, la policía, la burla o de sí mismo. Él era el poderoso Faraón de Egipto. Nació para ser un rey. Su destino era gobernar así que él haría las cosas que caracterizaban la grandeza.
Con el pasar de los días, su imagen mental se fortaleció y en proporción directa su fortaleza; vitalidad y entusiasmo por la vida corrían por sus venas. No solamente había sido el valiente y poderoso Napoleón, sino que también fue el opulento, sereno y opulento Ramsés. El era una combinación de ambos. Durante la noche pensaba con coraje y despertaba en la mañana con las fuerzas de un gigante. Su visualización impregnaba nutrientes a su personalidad para moldear y modelar a un rey y a un conquistador.
Pero una mañana la tragedia llegó a la vida de Bunker Bean—tragedia que ni Napoleón ni Ramsés podían combatir. Descubrió que su amigo, el místico, era un farsante, un estafador. No existía tal cosa como la reencarnación. Él no había sido Napoleón ni Ramsés. Él era realmente el mismo hombre, débil, tímido, temeroso e insignificante.
Bunker Bean se sintió como un hombre derrotado por unos momentos. Entonces, como si fuera una revelación, él pensó, “Cuando yo creía que era un rey, otros reaccionaron como si yo fuera un rey. Cuando creí que yo era débil y tímido, los demás reaccionaron como si yo fuera débil y tímido.”
Una nueva e inspiradora verdad amaneció sobre él. “Puedo ser cualquier cosa que me imagine y visualice en mi mente.” Durante los años que se creyó ser la reencarnación de Napoleón y Ramsés, acumuló grandes riquezas y posición, sin embargo nadie sabía acerca de su creencia excepto su amigo el místico. Lo logró todo creyendo que él podía hacerlo. Creyó en sí mismo y en sus sueños. Ramsés y Napoleón eran solamente las partes rústicas de un andamio que le habían servido para escalar hacia el éxito.
Bunker Bean había descubierto estas grandes verdades:
Todo hombre nace como un rey. Todo hombre nace para alcanzar riquezas. Todo hombre nace para ser grande. Creer…es todo lo que importa.